Yo creía que vivir con una persona no significaba tener que perseguirla para que compre cosas para la casa, para que tire la basura, para que limpie el baño, pero, sobre todo, que no significaba tener que pedirle que no te pregunte 24 horas al día por qué entras, por qué sales, por qué ahora y no luego, por qué no me acompañas, y decirle no te hable como un perro, que no te trate mal y que no eche de casa a gritos y a patadas a tus amigos cuando le viene en gana.
Yo pedía una compañera, no una persona de la que o bien huir o bien sentir fastidio o vergüenza ajena en su presencia. No una persona que automáticamente trata mal a todos los que tiene a su alrededor, otra vez no.
Bienvenidos al maravilloso universo de la habitación compartida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario