Cuando odias a alguien, pasa el tiempo y lo sigues odiando, pasa más tiempo y lo sigues odiando, pasa aún más tiempo y todavía lo odias, y no sabes si con la misma intensidad o incluso más que el primer día, ¿qué debes decir:
que el tiempo no perdona,
o que YO no te perdono?
La única solución, en cualquiera de los dos casos, es destruir a esa persona.
O perdonarla, si eres de esa gran gente de corazón cristiano que es capaz de hacerlo.