Zepelín de Alumnas Socialmente Cabreadas y Asqueadas



viernes, 7 de septiembre de 2012

Mujer: voz y voto

Ya hacía tiempo que quería escribir una serie de artículos sobre la mujer y toda la represión ejercida por la sociedad hacia su persona a través del control de su cuerpo, del lenguaje, de la publicidad, de su sexualidad, de su libertad de elección, de la legislación vigente, de la mentalidad social de la España de los aquelarres como el que acaban de protagonizar contra la ya famosa concejala manchega...hecho que me ha animado a empezar a escribir definitivamente sobre el tema y no dejarlo más en el tintero.

Yo no me considero parte de aquellas mujeres que se dicen ser abanderadas del feminismo. Me desmarco totalmente de sus posiciones y no considero que me representen en prácticamente nada. El sufijo "-ismo" sólo me recuerda a la denominación de enfermedades, como por ejemplo "raquitismo". O como "machismo". Utilizar "feminismo" me parece usar una denominación que pone a las mujeres que lo usan al mismo nivel que el de la discriminación machista, y en algunos casos de feministas extremas trasnochadas, verdaderamente merece estar precisamente a ese nivel.

Aclarada mi absoluta desconfianza ante cualquier extremo y mi  rechazo hacia el considerar a cualquiera de los dos sexos como responsable único y absoluto de los problemas que azotan al otro (aquí no hay víctima y verdugo), animo a quien comparta mis posiciones a continuar leyendo, y a quien no las comparta le advierto de que puede leer con total libertad, pero que podría llegar a hervirle la sangre.


Mujer y lenguaje

El primer escollo que encuentro al trato igualitario entre ambos sexos es la discriminación lingüística.
Y no, no me refiero en absoluto al masculino plural genérico y tampoco a las típicas dudas de género como "la juez" o "la jueza". De hecho, estoy firme y decididamente en contra del uso desdoblado de singulares y plurales masculino y femenino cuando un orador se dirige a una colectividad constituida por oyentes de ambos sexos y de la "x" o la "@" en sustitución del monema identificativo del género ("a" u "o") de las palabras. Estas medidas de atentado desmedido contra la lengua castellana y su evolución natural resultan ser, además de ortográficamente y fonéticamente incorrectas (las últimas citadas), por un lado, repetitivas y contrarias al principio de economía del lenguaje, y por otro lado, hacen hincapié precisamente en la segregación sexual. A mi juicio no forman parte de un reconocimiento a la presencia de la colectividad femenina en el escenario social sino que realzan el sentimiento de dos colectividades opuestas, contrapuestas, que son incapaces de integrarse en un espacio común de convivencia social y, por tanto, necesitan ser reconocidas como independientes y ser diferenciadas en todo momento, siendo la lengua la más fácil víctima de esta intromisión. Este pretendido igualitarismo es, precisamente, el creador de un fuerte y nuevo mecanismo de segregación que profundiza en los elementos de distinción de los sexos en vez de en sus aspectos comunes, que son los que verdaderamente nos hacen avanzar hacia la igualdad.

A la discriminación lingüística a la que me refiero es aquélla en la que palabras como "perra", "zorra", "guarra", "llorar como una nena", "verdulera", "ligera de cascos", "chica de vida alegre", "el oficio más antiguo del mundo" e infinidad de expresiones referidas a una consideración de la mujer como un ser débil y promiscuo. No vamos a poder modificar el significado de estas palabras, y aunque pudiéramos reescribir los diccionarios, la lengua viva los mantendría en vigor. Por tanto, si se quiere conseguir cambiar esto, debemos intervenir activamente en nuestra propia forma de hablar y conseguir que estas expresiones vayan cayendo en desuso y su significado primitivo caiga en el olvido. Y no hablo en este caso sólo de mujeres; hablo también de "subnormales", "anormales", del "maricón el último", del "mariposón", del "retrasado" y de muchos más que sufren el mismo desprecio lingüístico. Me mantengo a favor tanto de la economía del lenguaje como de la exigencia de la precisión de los términos, pero considero que no hace mal poner en boga los sinónimos no despectivos que designen a estas personas, porque entonces serán reconocidos dentro de la sociedad como parte integrante de la misma sin derecho a ser maltratada por ningún tipo de motivo. Ojo, hablo de sinónimos y no de eufemismos, que no cuelan y son muy difíciles de ser aceptados en el lenguaje diario, pues llamar a las cosas con respeto por su propio nombre no debe conllevar un enmascaramiento de la situación real.

Y por último, pido también respeto para las creencias religiosas. Al igual que me parece denigrante llamar "maricón" a un homosexual, encuentro al mismo nivel a una persona que "se caga en Dios". Hay personas creyentes en este mundo que muestran un comportamiento más respetuoso y socialmente comprometido que aquél que ha blasfemado.


Mujer y publicidad

Estás fea, gorda, tienes arrugas, tienes la regla, tienes niños, tienes un baño que limpiar y mil lavadoras que hacer, suelos que fregar, vitaminas y aspirinas que ingerir, una mayonesa ligera en calorías que comprar, una dieta de adelgazamiento que seguir, trabajo que terminar, ropa nueva que comprar, tacones altos que ponerte, dentífrico blanqueante que usar, maquillaje extra-fuerte que echarte para disimular tu edad o igual los puñetazos de tu desgraciado marido, juguetes que comprar a los niños y Barbies de raza aria (sé que hay de color, pero siguen siendo minoría) que comprar a tus hijas para que sigan ese modelo obsoleto de mujer perfecta y dedicada a su familia. Que queden desde niñas bien educadas para el futuro, para que sigan repitiendo los errores milenarios del sexo femenino.

No creo que hayamos avanzado demasiado. Da vergüenza ajena ver todo esto. Por cierto, que en la tele hay bien pocas mujeres que lleven el pelo corto. ¿Por qué será?


Mujer, legislación y sexualidad

El aquelarre a la concejala del PSOE manchega ha despertado mi solidaridad. Mujeres, tenéis que empezar a gritar fuerte "yo me masturbo porque quiero y porque me gusta". Y a daros cuenta de que vuestro cuerpo es sólo vuestro, y no pertenece a nadie más. Y que, por tanto, se lo puedes entregar a quien tú quieras, como quieras y cuando quieras, y que nadie puede arrebatarte tu derecho a usar medios de protección de embarazo y ETS.

Vivan las mujeres solteras, las casadas, las madres casadas o solteras, las lesbianas, las chicas, las niñas, las adultas, las señoras mayores. Y vivan las trabajadoras del sexo que hacen lo que quieren porque quieren.

La prostitución a mí, personalmente, me crea un fortísimo conflicto ético. Mi pensamiento es incierto acerca de ella, pero puedo avanzar algunas líneas de mi discusión interna, para plantearlas al lector:

Estoy radicalmente en contra de la prostitución en la calle. Solo crea precariedad de condiciones, ilegalidad, descontrol, situaciones antihigiénicas y potencialmente peligrosas (agresiones, etc) tanto para la trabajadora como para el consumidor y para vecinos o transeúntes. Y provoca sobre todo extorsión, proliferación de mafias y de trabajo esclavo.

Pero por otra parte, la legislación española sigue teniendo a la prostitución en una situación "a-legal". No ilegal. Simplemente no reglada. Si no es legal pero tampoco ilegal, resulta dificilísimo manejarla. Y en este contexto, todo entra en el mismo saco, y no debería ser así.

Propongo una legalidad estrictamente reglada para acabar con la mafia ilegal y poder atacarla frontalmente. Reglar la prostitución permitiendo la creación de establecimientos bien habilitados, separados entre sí a determinada distancia mínima (evitando la aparición de barrios-prostíbulos) con medidas de seguridad propias y derechos de admisión, donde legalmente por obligación haya a disposición de clientela y trabajadoras métodos anticonceptivos de barrera, donde las trabajadoras tengan un horario laboral (acabando con los hoteles-prostíbulos de una vez por todas) y haciendo un registro legal de trabajadoras que las reconozcan dentro de la legalidad como autónomas (eliminando la mafia de las madam) con derecho a formar asociaciones de trabajadoras que puedan reglar precios mínimos y cotizadoras de la Seguridad Social, garantizándoles además asistencia gratuita y constante a pruebas de ETS y de embarazo, como a toda la sociedad.

Y también garantizarles el derecho al aborto sin tener que dar explicaciones, como toda mujer debería tener, pues la mujer ha de tener la posibilidad de decidir cuándo está suficientemente preparada como para traer un hijo al mundo sin temer que padezca extremo sufrimiento o que muera de hambre en sus manos por no tener recursos para poder atenderlo. La legalidad debe garantizar a la mujer el acceder al aborto sin explicaciones, sin trabas y debe garantizar la atención legal y médica en altos estándares de calidad que corten de raíz todo intento de clínica ilegal, que sólo pone en riesgo la vida de la mujer y la criminaliza.

Y la mujer debe dejar de tener derechos excesivos sobre reparto de bienes en el divorcio. No olvidemos a los hombres. Hay de todo en el mundo, también mujeres muy malas, mujeres machistas y mujeres que pegan a sus maridos. Y la violencia en casa la sufren también los niños. Y tanto hombres maltatados como niños son, a mi juicio, los dos colectivos que continúan más en la sombra en cuanto a violencia doméstica. Puede que sean muchos menos que las mujeres, pero también existen, y debemos romper el viejo rol del hombre en la sociedad para que pueda admitir que sí, que también es vulnerable, y que también debe pedir ayuda cuando es maltratado. A mi juicio, deben equipararse un poco más las sanciones por violencia doméstica (porque es doméstica, ejercida en casa, y afecta como tal a todos los miembros de la casa, y me muestro contraria a la denominación "violencia de género". ¿Qué género? La violencia puede darse también en una pareja homosexual) y desestimar el sexo de la persona agresora. Y en el divorcio, reparto de bienes al estricto 50%, o bien devolución de bienes a manos del que fuera propietario antes del matrimonio.