Resulta curioso el poder evocador de la música. Qué extraño, qué fascinante, qué útil y a veces qué incómodo puede llegar a resultar que el calculado funcionamiento de la mente humana asocie recuerdos y emociones a un conjunto de sonidos más (o menos) chirriantes. Qué sensación al sentir que una canción puede llegar a ponerte los pelos de punta, qué impresión cuando te deja sin aliento, qué desaliento cuando eres incapaz de escucharla porque te recuerda a algún mal trago que aún no has superado.
Y qué renovada emoción, satisfacción, alegría, superación y tranquilidad volver a escuchar las canciones prohibidas.
Que te zurzan, recuerdo del pasado. El tiempo y la música están por encima.
Dedicado a los que, como otras veces ya hemos mencionado en este blog, pensamos que "la vida sin música sería un error".