Zepelín de Alumnas Socialmente Cabreadas y Asqueadas



sábado, 11 de febrero de 2012

NATUNAZIS

Respetando la decisión individual de cada uno en su modo de vida, me veo en la obligación de demostrar mi desacuerdo con cierto grupo de gente: L@s Natunazis, o los/las hippies radicales.

Imaginemos un sujeto, sexo femenino, unos 22 años. Vegetariana. Vegetariana de las que ponen cara de asco si comes carne delante de ellos, pero que cuando las gambas a la parrilla huelen estupendamente y tienen buena pinta, se comen una “para probar”. De esas.

Nunca cena más tarde de las 19, porque “es malísimo irse a dormir con el estómago lleno”, lo cual obliga a la gente de su entorno a no salir a cenar con ella o a adelantar las salidas a la hora de la merienda (que bueno, tampoco es un problema porque la solución más común es salir a cenar a horas normales y que se vaya jodiendo si quiere unirse).

Si se cansa de llevar tacones (porque eso si, muy hippie pero los tacones que no falten) se descalza. No se si los lectores serán conscientes de que este especimen se encuentra suelto en un pueblo de unos 10.000 habitantes en Creta, Grecia, con una gran población de cucarachas, ratas, turistas, estudiantes borrachos, viejos que escupen, gatos y perros. Sin contar con lo llamado “greek way” que incluye, entre otros, viajar 7 en un coche para 5, comer pita mientras vas en moto, y tirar basura al suelo. El suelo es de todo menos salubre. Yo no lo tocaría ni con un palo, pero “andar descalzo es buenísimo para los músculos del pie”, así que esta mujer va descalza por un suelo con mierda de milenios. Y lo peor es que cuando yo, en un alarde de compasión, viendo a la chica descalza sobre el inmundo suelo, le ofrezco unos zapatos que tenía de sobra, la muy demagógica me suelta “No hace falta, ando descalza porque quiero. Y tu deberías hacer lo mismo, o si no vas a tener problemas en los pies cuando seas mayor”.

Lo mismo me suelta cuando, hablando de colegios, le digo que en el mío corríamos en el gimnasio sin zapatillas de deporte, sólo con zapatillas de ballet o descalzos porque la profesora no quería que se estropeara el parquet. Yo esperaba una respuesta en plan “cabrones, hijos de puta!!! Que mala gente, hacer eso a los niños”. Y en lugar de eso, me encuentro “mejor, así los niños se acostumbran a andar descalzos, que es buenísimo para los pies”. No. O sea, no. Correr 30 minutos dos veces en semana sobre madera sin zapatillas de deporte NO puede ser bueno. Y mucho menos si te obligan.

Me la encontré comprando, y yo llevaba una botella de friegasuelos. Friegasuelos normal, olor pino, verde fosforito, de toda la vida. “Uy, eso está lleno de químicos. Yo no podría vivir en una casa donde hay tantos químicos”. Yo, ilusa de mi, le pregunte que cómo coño fregaba ella el suelo. “con vinagre, y tu deberías hacer lo mismo, tantos químicos contaminan y se quedan en tu organismo, pueden ser cancerígenos”.

Eso fue el punto y final. La salud es la superstición de hoy en día, y “cancerígeno” es el “¡bruja!” contemporáneo. Todo es cancerígeno, o puede serlo; todo es malo, o puede serlo; hay que comer cinco piezas de fruta al día, un yogurt, comer carne o pescado un vez al día, no comer la fruta después de las comidas sino entre horas, hacer un buen desayuno con fruta, leche y cereales, no irse a dormir con el estómago lleno, dormir ocho horas, con ropa que no sea sintética y que sea holgada; un vasito de vino al día está bien, más es malo, malo, malísimo, más que Darth Vader, los rusos y el Joker juntos…

Normas. Gente diciendo cómo tienes que vivir, cómo tienes que comer. Cómo divertirte, cómo actuar, cómo sentirte. Pero nadie te dice que seas feliz, que hagas lo que quieras, que a lo mejor vivo menos comiéndome el arroz quemado de la paella, pero viviré más feliz. Porque disfruto haciéndolo. Y disfruto llevando calzado cómodo, y saliendo a cenar con mis amigos (aunque nos pongamos como cerdos y acabemos a las 12 de cenar) y teniendo una casa que huela a ambientador de pino en lugar de a vinagreta.

Otro de mis problemas no es el modo de vida en concreto, cada cual lo elige según su criterio; el problema es la falta de fuentes fiables. “uy, Cuqui, esto es malísimo, ¡te lo digo yo!” MALÍSIMO. Malísimo. ¿Quién te lo ha dicho? ¿has ido al médico? ¿has consultado a un experto en la materia? ¿O simplemente te has leído algunos libros de divulgación y te los has tragado enteros, con tapas duras, edición coleccionista y marca páginas de oferta? ¿o peor, has preguntado a tu vecina, que es medio bruja y sabe de estas cosa? ¿Intentas convencerme, sin argumentos sólidos ni nada, ahí, a lo loco? “Esto es malísimo, alguien me lo dijo alguna vez, deja de hacerlo”.

Como veis, me he quedado a gusto. Espero no ofender a nadie, sólo trato de defender el derecho a una vida cómoda, satisfactoria y feliz frente a los que te dicen cómo tienes que vivir para estar “mas sano”. La salud no siempre es felicidad.

Saludos desde el Olimpo!

miércoles, 8 de febrero de 2012

Siempre nos quedará Twitter

La situación se nos escapa de las manos, señores. Nuestra generación tiene un problema que se va agravando de manera exponencial, como una bola de nieve. Esto ya no hay quien lo pare. Me refiero al asunto de internet y las relaciones interpersonales.

El primer paso para solucionar un problema es reconocerlo: internet ha sustituido al contacto humano. Así que, ¿por qué sigue habiendo gente que se empeña en verse cara a cara? ¿Qué es lo que pretenden? Hay personas que, por alguna inexplicable razón, quedan para verse, en persona, in situ, in fraganti. Es una abominación. Y no me refiero a gente que viva en países o continentes diferentes, no, ojalá. La cosa es mucho más seria. Hay pruebas irrefutables de que se han visto a varias personas que viven en el mismo barrio quedando. La sola palabra, quedar, debería provocar náuseas. Solo la semana pasada, se supo, gracias a la investigación policial de París pinchando conversaciones telefónicas y hackeando cuentas, que la increíble cifra de 12 personas quedaron para verse en la capital de Francia.

¿Qué hemos hecho mal? ¿Cuál ha sido, exactamente, nuestro error? ¿Es un problema de publicidad, de falta de difusión? ¿Por qué esas pobres personas siguen ignorando la realidad? Debemos ser conscientes de que actualmente, a nuestro alrededor, aún hay personas que quedan: se envían un mensaje al móvil (pagan por hacerlo), luego se llaman (aún más caro), y terminan saliendo al frío hostil y aturullante de la calle. Se arrancan de sus cómodas sillas ergonómicas y se arrojan al exterior, chocándose con la masa anónima, gris y enloquecida que se atropella recíproca y gustosamente en la calle, creo yo, que buscando en el repugnante calor humano, añorantes, el calor racional y ergonómico de sus sillas de despacho.

Afortunadamente el frío del invierno restaura el orden lógico de las cosas. Pero en cuanto empiece la primavera, la locura de salir al exterior y quedar revivirá con la fuerza enloquecida de las hormonas. La bioquímica del sexo nos priva del sentido de la razón y nos hace olvidar de la existencia del ciber-sexo, Match.com, Meetic.com y Parship.com, solo sustituibles en el hipotético caso de tener la intención de reproducirse (en cuyo caso es necesario salir al exterior para acudir al ginecólogo y poder realizar la fecundación in vitro).

Y no solo los individuos tenemos que asumir esta realidad. Todas las tiendas son innecesarias (puedes comprar online incluso la comida). Todas las empresas telefónicas, por ejemplo, deberían cerrar (¿por qué pagar para hablar?) Las salas de cine solo deberían admitir a las personas normales, la que van solas, y denegar la entrada categóricamente a aquellas parejas aberrantes o pequeños grupos de amigos atontados que se empeñan en seguir emponzoñando la industria del cine. Deberían incluso marcarles con un sello en la frente o un brazalete; que se avergüencen de lo que hacen y reflexionen. Pero ni siquiera el cine ya es necesario; el derrumbamiento del imperio Megaupload no cambia nada.

Podría decirse que Facebook ha ganado a Starbucks, pero afortunadamente, esta angelical cadena de cafeterías ha sabido ser coherente con la realidad presente. Felizmente, ya apenas se ven degenerados que necesitan compañía; casi hemos conseguido que solo acudan a las cafeterías estudiantes con apuntes y auriculares, y escritores con pequeños portátiles.

Le debemos a la medicina, la informática y la robótica, el feliz hecho de no necesitar en ningún caso el incómodo, antihigiénico y problemático contacto humano. Sal tan solo de tu casa para ir a clase, pero evita todo contacto verbal, visual, auditivo, olfativo, y sobre todo táctil. Dedícate a estudiar, para aspirar algún día a tener un trabajo decente (que podrás desempeñar desde tu silla ergonómica). Y antes de irte a dormir, podrás hablar con todos tus amigos, tu familia (aunque viva bajo tu mismo techo) y tu pareja: Facebook, Tuenti, Twitter, Skype, Whatsapp, Tumblr, Google+, Windows Messenger, etc. Un amplio y precioso abanico donde elegir, con mensajería instantánea, webcam, llamadas y video-llamadas. Disfrútalos y aléjate de la tentación.

En caso de que no entres en razón y todo esto no te sea suficiente, ve al psicólogo (disponible vía Skype).

Pequeño recuerdo a grandes personas

En esta única frase sólo quiero agradecer humildemente al destino por su gran benevolencia, nota al haberme alejado -de manera tanto dolorosa como inocua- de todo aquel que fue un mal para mí, y por haber interpuesto en mi camino, en cambio, tantas y tan grandes personas, de ésas que tanta dicha dan y nada a cambio piden, de ésas que son lo suficientemente maravillosas como para que uno sea incapaz de creer que provienen de este mundo; éstas son las que nos dan las lecciones de vida que verdaderamente aprendemos.

Gracias a todos vosotros; hoy, en especial, gracias a tí, T.F.-M.

Gente que te hace recuperar la esperanza en el futuro y la fe en la humanidad...gente como ésa, hay poca.