Zepelín de Alumnas Socialmente Cabreadas y Asqueadas



martes, 1 de febrero de 2011

Malos humos


Tratando un tema muy de actualidad (quizá más de lo que me gustaría, ciertamente), me dispongo a hablar sobre la famosa, polémica, irreverente y zascalólica: LEY ANTI-TABACO (leer con voz tenebrosa mientras suena un grito agudo de fondo)

Y es que aquí, en este país al que me referiré sin calificativos, no se les vaya a caer el bigote o el jersey de los hombros del susto, la noticia ha pillado un tanto desprevenida a la población, y han saltado las alarmas generales, ¡Nos roban la libertad! ¡Machacadles! ¡Nos quieren poner a la altura de las normativas europeas! ¡No lo permitiremos! Y un largo etc. de gritos de socorro y pánico general.

Pero por mucho que ironice sobre el tema, y por mucho que agradezca el poder salir a tomar algo y que no me ahúmen cual salmón, hay que reconocer que muchas de las quejas son justificadas; las cosas no se han hecho como debieran, y eso está claro.

En primer lugar, en un país con una cultura “de bar” tan arraigada, el cambio drástico ha pillado demasiado de sopetón: de no haber prácticamente ninguna restricción (los locales para no fumadores eran un mito), de un día para otro la prohibición es total y rotunda.

Por otra parte, la planificación sobre este asunto por parte del gobierno ha sido pésima. Hace dos o tres años se cambia normativa, y se obliga en algunos locales a la instalación de las denigrantes “peceras”, donde faltaba tirar cacahuetes a los fumadores. Tras este gasto, ahora se prohíbe totalmente fumar en lugares públicos cerrados; lo que conlleva una muy recomendable la instalación de estufas exteriores y la invalidez de la inversión realizada en la instalación de peceras.

Teniendo en cuenta que el “pasar por caja” es algo prácticamente obligatorio e inevitable a la hora de regular un asunto de estos (habrá que contentar a algún cuñado/sobrino/primo/vecino de algún pez gordo), a mí en concreto se me ocurren varias formas de suavizar la ley manteniendo contentas a las masas. Por ejemplo, la prohibición total en los locales donde se sirva comida, pero en el resto la posibilidad de fumar siempre que el local cuente con un potente sistema de ventilación (nivel NASA o algo así)

Como ya se sabe, nunca llueve a gusto de todos, y siempre habrá alguien quejándose, que por algo es el deporte nacional. En relación con esto, me gustaría mencionar algo curioso, y es que por norma general, la gente joven fumadora muestra más respeto y tolerancia por quien no fuma que las personas de mayor edad. La actitud de los “parroquianos” anclados a un taburete de bar y fosilizados junto a la barra suele ser la de “pues a quien no le guste que se joda, que se vaya a un bar de no fumadores”. Pero, como ya he mencionado, esos bares son escasos, y si ya hablas de discotecas, son casi inexistentes.

Pero yendo más allá de la primera impresión, este cambio de actitud en los jóvenes es una muestra de la creación de una nueva conciencia sobre este tema que, si continua, probablemente va a hacer más tolerable un cambio tan radical como la prohibición absoluta que se ha decretado. Actualmente, en cambio, sin esa nueva conciencia en la mayoría de la población, el asunto es descabellado.

Además, en ámbitos como el ocio nocturno, ésta ley ha perjudicado más que beneficiar la comodidad de los clientes. Hay quien reclama, como respuesta a la Ley Anti-Tabaco, una Ley Anti-Sobaco, y por lo visto está a punto de convertirse en un asunto de estado…

Volviendo al tema serio, y como conclusión, la nueva normativa es demasiado estricta para la sociedad actual; el cambio, más que en la prohibición, debe radicar en la concienciación y en la educación a los jóvenes, acompañadas de medidas de regulación que allanen el camino sin restar libertades tan abruptamente.


Saludos desde el Olimpo

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