Zepelín de Alumnas Socialmente Cabreadas y Asqueadas



lunes, 6 de agosto de 2012

20 minutos

Los 20 minutos en los que con más seriedad me he replanteado toda mi vida han sido aquéllos que han transcurrido mientras se analizaba mi muestra de sangre. En la prueba rápida del VIH.

Cuando pensamos en esta enfermedad, nos asustamos, pero la creemos lejos, que nunca nos llegará. Que es cosa de ambientes marginales, de prostitución, de jeringuillas y drogas, de subdesarrollo, de tercer mundo, de prohibición del preservativo por los ultrarreligiosos, de homosexualidad...de todo menos de lo que nos concierne a nosotros, entendiendo por "nosotros" la clase media-acomodada que la crisis está haciendo desaparecer.

Ingenuos todos. Las enfermedades no avisan, no esperan y son las más democráticas de todas, porque ellas, al igual que la muerte, no hacen distinción. Son monstruos que arrasan todo y que matan silenciosamente. Pueden pasar desapercibidas durante años y de repente brotar y arruinarte la vida. Y la de los que te quieren. Yo quise saber si es que portaba ese veneno en mi cuerpo, y me hice la prueba rápida.

Pensé, en los 20 minutos, en lo que diría si era positivo. ¿Cómo se lo cuentas a los tuyos? ¿Cómo se lo cuentas a tu pareja? Y tú, ¿de verdad quieres saber el resultado? Entra el miedo, el mareo y el sudor frío mientras con un algodón aprietas el dedo del que te han sacado la muestra de sangre. Repasas mentalmente todos los "méritos" que has hecho para creer que tienes posibilidades de haberte infectado, y aunque te protegieras, puede que hubiera algún momento en el que creíste que no corrías riesgo...pero luego, ya pasado, no pensaste lo mismo.

Yo fui por las dudas. Porque no sabía hasta qué punto corrí riesgo o no, porque no encontré información concluyente ni altamente fiable sobre el tema. Fui por mi actual pareja, porque le amo y porque no me perdonaría en la vida que una imprudencia mía le afectara. Fui para quitarme las dudas. Para replantearme mi vida sexual. Para aprender qué se siente. Fui sola y no se lo dije a nadie, sólo a mi novio le dejé un mensaje.

Creo que es de valientes reconocer que puedes estar en situación de riesgo, reconocer que si crees que puedes estar infectado tienes la responsabilidad personal, social y familiar de saberlo. Es que tienes derecho a confirmar que estás sano, sin más. Y es de muy valientes meditar sobre esto y acercarse a hacerse la prueba, porque todos creemos que no será, pero quien va a hacérsela sabe que hay alguna posibilidad de que sí, sea. Y es valiente porque está dispuesto a plantarle cara al dilema y sepa superarlo sea cual sea el resultado. Así que mi enhorabuena a todo aquel que alguna vez se hizo los test del VIH, porque es grande su valentía y su dignidad.

No sé cómo pensaréis que acaba esta historia. Yo os lo puedo decir.

El test fue negativo. Estaba perfectamente sana. Lo esperaba, hice el test más que nada para asegurar mi salud, pero aun así la tensión me hizo derramar lágrimas de alivio.

Yo me protegí siempre, pero algunos momentos en mis relaciones y las costumbres sexuales de alguna de mis parejas me hicieron dudar. No recuerdo preservativos rotos, pero, ¿y si hubiera sucedido?

Esta es una historia de final feliz, pero muchas otras no lo son. Yo he sacado una lección de vida valiosísima que me ayudará a plantear con mucho más cuidado mi actitud en mi vida sexual y no me arrepiento el haberme sometido a la prueba. Animo a todos a hacerlo, aunque creas que has corrido "riesgo bajo", el riesgo nunca es 0.

Ante la duda, reacciona.

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